domingo, 30 de agosto de 2015

El cuidado de la voz.


¡Hola!  Desde   hace  unos días he notado algo diferente con mi voz; dolor, falta de brillo…  y resulta que  estoy resfriada  o algo así.
Como cantantes, esos  momentos en  los que sentimos que hay algo malo que nadie más nota  pueden convertirse en frustrantes o molestos.  EL temor  a lo desconocido acentúa esta sensación  y comenzamos a preocuparnos, a veces demasiado o sin razón suficiente.  
Pero hay que tomárselo con calma.
Seguramente  habrán oído o leído alguna vez sobre los típicos cuidados de la voz,   tomar agua a temperatura ambiente, descansar la voz… Como dice mi profesor de física, aplicar el “sentido  común”.

Creo que lo más importante es  conocer al propio cuerpo (y a la voz) y saber qué nos afecta y que no, y usar esta información coherentemente. Es decir; si a alguien el chocolate no le sienta bien, no significa que vaya a prohibírselo por completo, simplemente no comerlo cerca de un ensayo o de una actuación.  Y si ya has caído en la enfermedad (como yo ahora), simplemente descansar,  relajarse y no exigirse demasiado, ir al médico si es necesario,  “permitirse” algunos errores que no suceden de ordinario. Suena muy fácil, pero  no lo es. EN este sentido, la técnica y la mente son la espada y la  armadura de la caballería vocal.

¡Gracias por leer este artículo! Recibir comentarios es mi deporte favorito :)

lunes, 24 de agosto de 2015

"trono de cristal". Un tesoro escondido.


¡Hola! Hoy quiero hablar sobre esta maravillosa saga, que todavía espera la publicación de dos obras más. La autora es la estadounidense Sarah J. Maas.    Estos libros son enteramente atrapantes, interesantes y están  muy bien escritos. La protagonista es  Celaena Sardothien,  una adolescente que podría parecer típica. Sensible, fuerte, arrogante, divertida, con sentido del humor... Pero es la asesina más famosa de Adarlan.   Hay 5 precuelas antes de las grandes novelas, llamadas "La asesina  y la curandera" (la única no traducida al español),  “la asesina y el señor de los piratas”, “la asesina en el submundo”, “la asesina en el desierto”, y  “la asesina en el imperio".

 
Trono de cristal: Es el título de la primera novela publicada. Continúa inmediatamente después de la última precuela  aunque puede leerse independientemente. Celaena es rescatada del duro trabajo de las minas tras haber sobrevivido un año entero, cuando la mayoría únicamente sobrevive  un mes. Celaena se  introduce en el castillo de cristal para una exigente  competencia que  podría ganarle la libertad.

 

Corona de medianoche: Los extraños sucesos acaecidos en el libro anterior contínúan persiguiendo a Celaena. SU relación con Dorian y Chaol (príncipe y capitán de la guardia real respectivamente) se intensifica enormemente, y  un hecho en particular los une de manera irremediable. Cuando parece que por fín será feliz, Celaena lo pierde todo.

 

Heredera de fuego: Según mi opinión, es el mejor libro de los tres.  Hay tres  “escenarios” distintos que se entrelazarán en el próximo libro, tres historias separadas que hacen muy difícil el cambio entre ellas, por estar tan bien escritas y  atraparte tanto.
 

Es una saga que mezcla admirablemente la magia,  la  vida de los castillos  y los aspectos tecnológicos de la actualidad. ¡La recomiendo muchísimo!

Este post  estuvo un poco largo jajaja, gracias por leerlo.

jueves, 20 de agosto de 2015

"añoranza"

¡Hola!  Lamento  no haber podido publicar antes. Estoy muy ocupada  con el colegio y mis otras  actividades...  Aquí traigo  un cuento que escribí, uno de los últimos. ¡Espero que les guste! 
 

Añoranza

 

Recuerdo  los  inicios como una vaga neblina de felicidad. Sobre todo  lo concreto, como si hubiese sido un recuerdo implantado que el cerebro ha terminado por creer, como las historias que uno recibe sobre su propia infancia.

Recuerdo los momentos que me he propuesto recordar. Recuerdo lo que quizá es más importante. Su olor, encerrado en una cápsula de aire, con el que hoy mismo me he vuelto a encontrar, la añorada  textura de sus manos a la que me costó acostumbrarme,  su voz y su forma peculiar de pronunciar las palabras con r. Recuerdo su amabilidad, su chispa, su espontaneidad. Aplico sin hacer consciente  todo lo que me ha enseñado. Y lo extraño. Lo necesito. ¿Qué estupidez he cometido? Un pecado por omisión, obviamente. ¿Y por qué? Por  no lanzarme como él me había enseñado. El último día que lo  vi queda en mi mente más borroso y mucho más oscuro  que el inicio. ¿Hubo siquiera un abrazo real? ¿Hubo respuesta física a las cartas mutuamente escritas? NO lo creo. Pensamos que nos volveríamos a ver, como todo el  mundo lo hace. Un suspiro me anuda la garganta. Ese gesto con las manos que no puede ser de ningún otro parece estar soplándome  al oído. ¿Estoy enamorada? Ha desaparecido completamente del mundo virtual, o al menos del que construyó  para hablar conmigo. Sí, ha sido solo para eso. Todas esas cuentas creadas y amigos agregados a las redes sociales eran solamente disfraces. ÉL quería hablar conmigo. ¿Y ahora? Ahora… No lo sé. NO hay nadie lo suficientemente cruel como para romper por propia voluntad  50 lazos  diferentes de años de duración,  por más pequeños que fueren.  No creo que él sea capaz de hacerlo. Lo sé, tenía defectos, como todos. ¿Y a quién le importa? Hizo de mí una persona con vida.  Y también sé que un día  reaparecerá, reaparecerá. Quizá oiga su voz, y la adrenalina recorra mi cuerpo.  Sentiré su presencia, y no reaccionaré. Estaré tan feliz por dentro que las reacciones externas se detendrán. ¿Correré a abrazarlo? ¿Me saludará? ¿O volverá a hacer su gesto tan característico, el que me dijo que no debería olvidar? ¿Comenzaré a llorar? ¿Me quedaré estática? ¿Lo reconoceré?  ¿Y después? ¿Saldremos a caminar, tomados del brazo? ¿Qué recordaremos? ¿Y su voz? ¿SU forma de hablar? ¿SU apariencia? ¿SU comportamiento? Sé que seguirá, en lo importante, siendo completamente igual. Habrá  cambiado, claro que sí; quizá le crezca la barba; quizá se exprese diferente o haya dejado de comer galletas;  pero nunca perderá lo que realmente importa. EL viento frío parece traérmelo desde las lejanas  mañanas, cuando se exponía  al invierno solo por hacerme feliz. Me trae sus  risas y sus historias, su brazo, su estatura, sus comentarios al azar. ¿Dónde está?  El viento que me sopla en  la cara no me da una respuesta.

Mis predicciones para el futuro  no son exactamente claras. NO tengo formada una historia, ni un tiempo, ni un lugar. Solo sé lo que sentiré al volver a verlo a los ojos. Sí, la primera cosa. ¿Y después? Después nada. ¿Dónde? Una cena, un café, ¿En este mismo lugar? ¿Cuándo? Ahora mismo, por supuesto. Mientras antes ocurra, mejor. ¿Por qué? Porque lo necesito. Por favor, atraviesa un portal, convence a los dioses, escápate de donde quiera que estés, derríbalos  con tus agudas  críticas  o con tu fulminante ánimo. Cuéntales una historia, clávales un puñal, hazles lo que tú quieras. Pero vuelve, por favor. Porque yo no puedo ir por ti. Quizá sea la naturaleza vengándose de los tantos años que las princesas tuvieron que pasar encerradas en los castillos, o mi cobardía, o el destino. Pero hay algo que me mantiene aquí.  No sé en qué dirección partir. EL olor a chocolate, a miel de abeja y pelota de basquetbol se disemina por  el aire, y yo vuelvo a caer en este sopor abrumador, del que apenas  he conseguido salir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




 
Añoranza
 
Recuerdo  los  inicios como una vaga neblina de felicidad. Sobre todo  lo concreto, como si hubiese sido un recuerdo implantado que el cerebro ha terminado por creer, como las historias que uno recibe sobre su propia infancia.
Recuerdo los momentos que me he propuesto recordar. Recuerdo lo que quizá es más importante. Su olor, encerrado en una cápsula de aire, con el que hoy mismo me he vuelto a encontrar, la añorada  textura de sus manos a la que me costó acostumbrarme,  su voz y su forma peculiar de pronunciar las palabras con r. Recuerdo su amabilidad, su chispa, su espontaneidad. Aplico sin hacer consciente  todo lo que me ha enseñado. Y lo extraño. Lo necesito. ¿Qué estupidez he cometido? Un pecado por omisión, obviamente. ¿Y por qué? Por  no lanzarme como él me había enseñado. El último día que lo  vi queda en mi mente más borroso y mucho más oscuro  que el inicio. ¿Hubo siquiera un abrazo real? ¿Hubo respuesta física a las cartas mutuamente escritas? NO lo creo. Pensamos que nos volveríamos a ver, como todo el  mundo lo hace. Un suspiro me anuda la garganta. Ese gesto con las manos que no puede ser de ningún otro parece estar soplándome  al oído. ¿Estoy enamorada? Ha desaparecido completamente del mundo virtual, o al menos del que construyó  para hablar conmigo. Sí, ha sido solo para eso. Todas esas cuentas creadas y amigos agregados a las redes sociales eran solamente disfraces. ÉL quería hablar conmigo. ¿Y ahora? Ahora… No lo sé. NO hay nadie lo suficientemente cruel como para romper por propia voluntad  50 lazos  diferentes de años de duración,  por más pequeños que fueren.  No creo que él sea capaz de hacerlo. Lo sé, tenía defectos, como todos. ¿Y a quién le importa? Hizo de mí una persona con vida.  Y también sé que un día  reaparecerá, reaparecerá. Quizá oiga su voz, y la adrenalina recorra mi cuerpo.  Sentiré su presencia, y no reaccionaré. Estaré tan feliz por dentro que las reacciones externas se detendrán. ¿Correré a abrazarlo? ¿Me saludará? ¿O volverá a hacer su gesto tan característico, el que me dijo que no debería olvidar? ¿Comenzaré a llorar? ¿Me quedaré estática? ¿Lo reconoceré?  ¿Y después? ¿Saldremos a caminar, tomados del brazo? ¿Qué recordaremos? ¿Y su voz? ¿SU forma de hablar? ¿SU apariencia? ¿SU comportamiento? Sé que seguirá, en lo importante, siendo completamente igual. Habrá  cambiado, claro que sí; quizá le crezca la barba; quizá se exprese diferente o haya dejado de comer galletas;  pero nunca perderá lo que realmente importa. EL viento frío parece traérmelo desde las lejanas  mañanas, cuando se exponía  al invierno solo por hacerme feliz. Me trae sus  risas y sus historias, su brazo, su estatura, sus comentarios al azar. ¿Dónde está?  El viento que me sopla en  la cara no me da una respuesta.
Mis predicciones para el futuro  no son exactamente claras. NO tengo formada una historia, ni un tiempo, ni un lugar. Solo sé lo que sentiré al volver a verlo a los ojos. Sí, la primera cosa. ¿Y después? Después nada. ¿Dónde? Una cena, un café, ¿En este mismo lugar? ¿Cuándo? Ahora mismo, por supuesto. Mientras antes ocurra, mejor. ¿Por qué? Porque lo necesito. Por favor, atraviesa un portal, convence a los dioses, escápate de donde quiera que estés, derríbalos  con tus agudas  críticas  o con tu fulminante ánimo. Cuéntales una historia, clávales un puñal, hazles lo que tú quieras. Pero vuelve, por favor. Porque yo no puedo ir por ti. Quizá sea la naturaleza vengándose de los tantos años que las princesas tuvieron que pasar encerradas en los castillos, o mi cobardía, o el destino. Pero hay algo que me mantiene aquí.  No sé en qué dirección partir. EL olor a chocolate, a miel de abeja y pelota de basquetbol se disemina por  el aire, y yo vuelvo a caer en este sopor abrumador, del que apenas  he conseguido salir.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 





 

 

 

sábado, 8 de agosto de 2015

"Sí, pero yo no sé cantar"


Esta es la respuesta más común ante la pregunta que resultaría obvia. ¿Pero por qué? AL parecer, ha quedado en el subconsciente de la gente el hecho de que “no saber cantar” significa no poder hacerlo. Y aun así el saber o no saber cantar es algo muy subjetivo. En los extremos de la escala se nota muy claramente, es decir, cualquiera distingue a Whitney Houston de un aficionado que recién comienza. Lo que yo creo  que el público juzga para determinar si alguien sabe o no sabe cantar es:

Afinación

Rítmica

Cuerpo en la voz

Presencia

Estilo

Quiero dejar algo en claro. Las cuerdas vocales son músculos, y se pueden entrenar. Lo difícil radica en que la voz  es un instrumento de viento  invisible (a menos que sea con un  laringoscopio) y el único capaz de producir palabras. Además de todo esto forma parte del cuerpo y  de la comunicación, así que es muy fácil volverse paranoico :). Hay personas que tienen más facilidad para cantar, y esto es simplemente una ayuda;  como hay otras que la tienen para el deporte, las matemáticas y la escritura. Pero si un gimnasta abandona el  ejercicio y se dedica a comer chocolate seguramente perderá su condición. EL canto necesita trabajo y disciplina en mucho mayor medida que el talento. Así que cualquier persona sin problemas graves en  la voz puede aprender a cantar y hacerlo bien.

Este es mi  primer post y espero que les guste. ¡A mí me gustan los comentarios casi tanto como el chocolate!

Presentación


¡Hola! ¿Cómo están, lectores  virtuales  y fantasma?  MI nombre  es Natalia.  He  creado  este blog para compartir  opiniones con otros usuarios y para hablar sobre algunos temas que  me  interesan, como la literatura, la música, la cultura  y sobre todo el canto. EL nombre se lo he puesto porque creo que de las semillas de mostaza  se obtienen granos de especia  invaluables nacidos   de  mucho esfuerzo y dedicación. Trataré  de publicar artículos de  manera regular, una o dos veces por semana.   ¡Así que, nos vemos pronto!